Alguna primavera en palermo tokio.
El beso sobreviene al abrazo que a su vez sobreviene a la caricia.
Esta noche puede ser mejor mirándote, y nos miramos de cerca, cada vez más de cerca. Las pupilas se dilatan y todo se expande a negro, tus dos ojos se funden en uno sólo.
Algún bolichito de algún Palermo X. La música que deja de sonar en vivo, y el patio secreto de atrás que se abre y atravesamos. El árbol, original, en el medio, las lámparas de colores primarios que cuelgan de las ramas, las piedras en el piso.
Irnos para perdernos y encontrar algo mejor.
Entramos en la primera esquina palermitana que creemos, acertadamente, que carece de las características propias del barrio de los mil nombres.
Adentro todo rojo, todo tan kitsh, el sonido rasposo que sale de los parlantes, la foto de la playa que para mi era una pintura, las reposeras vacias y la arena/nieve tan blanca como sal. Algunas imágenes paganas y un Lennon cristo colgando de alguna pared. Una cerveza blanca con gusto a naranja.
Arriba, el frio y las luces de colores que cortan el negro del cielo. Me descalzo, y me ayudas a armar un cigarrillo, el tabaco que se ilumina sobe la pantalla encendida del celular y parece un fractal.
La imposibilidad, según vos, de poseer empíricamente la belleza del otro, y yo diciéndote que poéticamente eso es posible. Filosofía coloquial que podría ser parte de alguna tesis sociológica/amorosa. Las películas, los libros, la piel estirada como un chicle, el sillón negro rodeado de sillas cual muralla.
In the mood floating. El magnetismo.
Eh, ¿quien te va a cuidar?
En este mundo peligroso
Tenemos que estar juntos
¿Quién detendrá a la turba iracunda si no estoy con vos, nena?
Con este magnetismo que sigue bajando, nena*
/*El Magnetismo. El mató a un policía motorizado./
