Yo quiero hablar del encanto de las palabras y que se puede escribir un poema sin las mejores palabras
LAS PALABRAS. EL TRACTOR. (W. Cucurto)
Me gusta leer a Curcurto, no sólo por la atrapante fonética de su apellido, sino por la simpleza de sus palabras, por lo profundo de sus escenarios, por su oxímoron horrible-bello y principalmente por habilitarme tácitamente a escribir sin tanta vuelta.
Los libros, la radio, el centro, la garrapiñada, el tráfico, la noche, la luna, el puente, la brisa, las nubes. El cemento clavándose cual ajugas de acupuntura en las espaldas. Y el dolor es dulce. La gente que vive abajo de los puentes que suben a chusmear qué pasa en el mundo de arriba.
Dos cuerpos perfectamente tirados justo en el medio del puente. Desde donde se puede ver la luna más redonda y blanquísima, atravesada por nubes algodón. Y antes del puente, descubrir pasajes ocultos entre la solemnidad porteña y Bodegones suspendidos en el tiempo.
Perderse para encontrar la magia, que está ahí a la vuelta y no nos damos cuenta, y volver al puente y las preguntas incomodas que no me atreví a contestar. Pero te habrás dado cuenta que lo que no se dice con palabras, se dice con caricias, o apretándote las orejas heladas por el frio de la noche, o dándote un beso y que cuando abro los ojos veo los tuyos enormes que me miran y no entiendo que me quieren decir. Y te pregunto qué pasa, y me decís que deje de preguntar tanto y no te hago caso.
Y hoy te puedo decir que no te extrañé, porque siempre estás ahí, pero sí me dieron ganas de darte un beso en la nariz geométricamente perfecta que tenes, o quizás apretarte el brazo y sentir más arriba la clavícula de especial dureza. Y quizás eso sea el amor, o quizás un árbol.
No abandonaremos la autopista en Marsella, mi amor, ni en ninguna parte. No hay otra vuelta atrás que en espiral.*
*Donde la Osita le habla al Lobo y todo queda dicho para siempre/ Los autonautas de la cosmopista. Cortazar-Dunlop.
