La casa se derrumba y nosotros nos desenamoramos

Chinita Bakery

/Sábado de Febrero, cerca de algún carnaval de boedo./

Y en un momento me dijiste: “puedo escribir los versos más tristes esta noche”. Y te dije Neruda, con total certeza. Y me dijiste Neruda o Gelman? Y te respondí, Neruda, él escribe esas cosas tan horribles, pensé. Si fuera Gelman todo sería un poco más lindo, no como esto.

El amor es cómo jugarle a la quiniela. En una de esas le acertás al número ganador y te sacas la grande. Pero es difícil, es tan difícil el amor.

En el auto en un momento me empezó a mirar con esos ojos gigantes, pero esta vez con la retina como de nebulosa. Le pedí que no me mirara más, que me incomodaba. También le dije que me resultaba injusto que tome una decisión unilateral cuando se trata de algo de a dos. Aunque en definitiva siempre es así.

Me estaba aguantando las lágrimas pero cuando él se puso a llorar, se me empezaron a salir, sin poder controlarlas. Igualmente la catarata apareció cuando me fui, manejando por Sarmiento, llorando sin parar, angustiada. Cuando estacioné en la puerta de casa me tuve que quedar una hora ahí, bueno quizás fueron quince minutos, da igual. No quería subir y despertar a mamá y a la nena. Entonces me armé un cigarrillo, me lo fume, me lloré lo que tenía que llorar, salí del auto, vi a una cucaracha gigante, la esquivé. Entré a casa y el techo de la cocina se me vino encima, chorreaba agua como yo chorreaba lágrimas hacía un rato, o él antes que yo.

Me preguntaba si él también había llorado a mares cuando se bajó del auto.

Entonces descubrí que todo tenía sentido. El techo se rompía, y mi corazón también. Quizás, si hubiera descubierto la pérdida de agua antes, me hubiera preparado para este final?. Quizás no, pero me gustaba pensar eso y establecer un paralelismo entre la destrucción de casa y la destrucción de lo que éramos. En la semana voy a llamar al plomero, tal vez me pueda arreglar el techo pronto, y por ende, lo otro también.

Mientras tanto, saco las botellas de agua que dejaste acumuladas en la esquina de la cama, porque ya no vas a volver y porque me duele verlas ahí.

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