Una investigación de mercado afirma que dentro de un futuro próximo, se podría considerar las impresores 3D, como un electrodoméstico más con fines gastronómicos.
Este fenómeno inició en 2016, tras la presentación de nueve platos construidos con impresoras 3D en el restaurante londinense Food Ink. Esta moda se desplazó por Países Bajos, como una especie de gira, y pasará también por Berlín, París, Barcelona, Tokio o Sidney.
Sin embargo, los primeros en experimentar con la nueva forma de texturizar los alimentos, fueron los ingenieros de Natural Machines, quienes en 2012 crearon un instrumento conocido como Foodini, que puede imprimir de forma ilimitada cualquier alimento que le sea asignado.
Aunque este instrumento no admite nada líquido, sí está capacitado para transformar la masa. Otra de sus características es que no cocina la comida, pero sí la prepara, evitando desperdicios.
3D Systems, empresa estadounidense, presentó una máquina que imprime chocolate y azúcar. También exhibieron el proyecto para crear dulces. Sin embargo, este tipo de impresoras no llegan al público ni a cocineros amateurs por sus altos costos.
Con esta nueva herramienta se pueden diseñar elementos, volúmenes y texturas para dar una vuelta más a las diferentes propuestas y los platos que hacen grandes restaurantes.
Según la encuestadora Gatner, las impresoras 3D para alimentos venderían más de 455.000 unidades, mientras que para 2020 este monto se incrementaría, llegando a exceder los 6,7 millones de unidades.
Esta es una de las expectativas de la Universidad de Columbia en Nueva York, quienes aseguran que para 2020 tendrán lista una impresora 3D que podría cocinar los alimentos e “imprimirlos”, para la mitigación de residuos alimenticios, ya que sólo se imprimiría la cantidad necesaria.
En este proyecto participa el Centro Internacional Culinario (ICC), quienes utilizan como base de producción una especie de papilla congelada que será procesada por el cartucho hasta realizar el diseño.
Los expertos también aseguran que ayudaría a calcular los valores nutricionales de cada uno de los alimentos que se consume.
No obstante, la realidad de la impresión de alimentos en tercera dimensión tienes sus desperfectos, como los todos los inicios de cualquier invención. Actualmente, no son capaces de crear comida por la poca adaptación de las cápsulas. Además, la comida necesita cocinarse, ya que la máquina no cumple con esta función.
Los expertos de la gastronomía alaban a este invento para el área de repostería, por la exactitud que se requiere en la medición de ingredientes y la dificultad de realizar buenos diseños a mano.