La cultura oriental ha sido la promotora de la gastronomía exótica con platos sorprendentes para la generación del siglo XXI que, incluso, forma parte de la dieta habitual de estos países. Otros platos se expanden y se comercializan en el mundo como una exquisitez costosa en el mercado internacional.
Un buen ejemplo para destacar de la gastronomía exótica es el Kopi Luwak, un café que ha adquirido fama en Nueva York por sus contrastados sabores, que provienen de las semillas de café ingerida y defecada- sin ser digerida- por la civeta, un mamífero de apariencia felina que habita en las selvas asiáticas, específicamente en las islas de Indonesia y Filipinas.
Este tipo de café, con toques saborizantes a caramelo y chocolate, se vende a 100 dólares la libra en Estados Unidos, convirtiéndose en un gusto sofisticado para aquellos que tengan el poder adquisitivo para pagarlo.
Su procesamiento es cuidadoso, pero luego de ser lavado con rigurosidad, se tuestan como cualquier otro grano, preservando el sabor refinado que le ofrece las enzimas del estómago e intestinos de este mamífero que, además, les quitan la amargura antes de ser defecadas.
Filipinas y Tailandia son las principales fuentes de rarezas culinarias, y un ejemplo de ello es el Balut, un huevo fertilizado con un embrión de pato casi desarrollado. Según sus vendedores, que suelen estar en puestos callejeros, contiene una gran cantidad de proteínas y también poderes afrodisíacos.
La adrenalina culinaria se incrementa al realizar la reseña sobre el Fugu, un plato que puede causar la muerte con sólo un corte indebido del pez globo. Este pez nipón sólo puede ser preparado por chefs que hayan tenido tres años de estudios y practicas especializadas, ya que contiene una neurotoxina 1000 veces más mortífera que el cianuro, conocida como tetrodotoxina.
Un plato nacional escocés se convierte en la atracción de todos los comensales que visitan el noroeste de Europa. Se trata del Haggis, un plato que enorgullece a los escoceses, por ser una mezcla del pluck de la oveja -su corazón, hígado y pulmones- que se hierven, se aliñan y luego se depositan como un embutido en el estómago del animal, para ser cocinado en agua hirviendo por tres horas.
En Italia, la mezcla de larvas y queso fermentado crean una delicada pieza gastronómica que se vuelve un clásico de la degustación europea.
El Casu marzu es un queso podrido que se descompone y perfecciona a través de la intervención de larvas de mosca, que defequen y viven en esta pieza procesada por un largo tiempo. Esto le ofrece un sabor concentrado, una consistencia cremosa gracias a la acción digestiva de estos insectos, que produce una rotura de los ácidos grasos.
Por último, los sesos de ternero son una revolución al paladar en Missouri, una región estadounidense que come este plato frito, entre dos rebanadas de pan blanco e ingredientes comunes de un sándwich.
Todas estas preparaciones de gastronomía exótica son la representación cultural de estos países, que ante todo, deben ser respetados. Probarlos siempre será opcional, pero si no trasgreden nuestra seguridad física y mental, valdrá la pena intentarlo.