Buenos Aires, septiembre 2017. Fin de semana que no paró de llover y yo cual osa hibernando. Comida, serie en Netflix, puchos, mate y así los dos días.
Domingo de nostalgia, el clima ayuda.
Fotos de Montevideo, 2014 y vos en ellas. Obrero y compañero, militante del PT. Con nombre de revolución y sangre de lucha. Me resulta imposible no encontrarte en la cara de los compañeros del partido. Sí, ahora milito. ¿No lo podes creer, no? seguro que te vas a reír, pero también te vas a alegrar. Yo, la que siempre te decía jodiendo “deja de flashear revolución, Ernesto” hoy ando repartiendo la prensa obrera en alguna esquina de Villa Crespo, voy a la marchas y a las reuniones de los sábados en el local de Padilla. Veo las fotos y las ganas de estar en Uruguay. Este año me hago una escapada, con la China. Quiero volver a la Ciudad Vieja ¿Te acordás esa calle de adoquines dónde está el hospital? Los puchos que nos fumamos sentados en algún escaloncito. Siempre tan suave y cariñoso, casi una antítesis a tu lucha obrera, fuerte, dura, con convicción. Vuelvo pero no para verte como años atrás, cuando parábamos en ese hotel media estrella, horrible, donde éramos extremadamente felices. Las canciones de “Los Chicos del Maíz”, que risa que me daba el nombre de esa banda que tanto te gustaba. Vuelvo y adoraría encontrarte por las calles del centro, comernos una pizza de muzzarela cuadrada y que me cuentes, que me enseñes.
Vuelvo y no sé si te voy a ver, pero vuelvo y Montevideo sos vos. Vuelvo y te digo que antes de rendirnos, fuimos eternos.
