El negro más negro que el pelaje de mi gato, más negro que cualquier noche que haya visto, más negro que el café húmedo, que el chocolate amargo al 70 por ciento de cacao Fenix.
En un momento la habitación se volvió negra.
A los dos nos llamó la atención. Creo que ninguno había visto alguna vez algo tan negro. No sabemos qué pasó pero estaba todo en la absoluta oscuridad y se sentía muy bien. Se apagó el sentido de la visión y solo quedaba tocarnos, sentirnos, olernos. Hay cosas que creemos que no tienen sentido. Y seguramente nos equivocamos. La oscuridad duró unos cuantos minutos. Los suficientes para revolcarnos (qué linda palabra esa) en un colchón enfundado al mejor estilo mar del plata año 94. Para decir lo que quizás con la luz encendida, no nos hubiéramos animado a decir. Y para tocar los lugares que se llevan bien con la oscuridad a diario.
Después, el champagne ácido en copa de plástico de cotillón de Once que no nos calmaba la sed. El café con leche más feo que hayamos probado pero con unas medialunas no tan feas como las de la estación de servicio horas antes. El cansancio y el tener que irnos.
Como siempre. Y quizás puedas decir alguna vez:
-Estoy,
Me quedo,
Quiero quedarme,
Me voy a quedar,
Ayudame a no irme (nunca más)
Y yo sonría.
El sol que no me deja ver los autos que tengo adelante. El “alcánzame los anteojos porque sino me llevo puesto a alguien”. Un beso.
Independencia, Entre Rios, derecha, derecha, izquierda. Sarmiento.
Volver a casa.
Soy Sol García Levaggi, cocinera de alma y profesión. Estudio Letras, estudié cine y me gusta comer, viajar, sacar fotos y aprender cosas nuevas. Amo los libros, práctico y estudio Yoga. Soy la mamá de Lola, trabajo en Chinita Bakery y me divierto haciendo radio con el programa "Sol de Noche", todos los miércoles de 23 a 24hs. por Radio Caput. Escribo lo que me pasa como medio de catarsis. Todo lo que leas acá no es ficción, te juro que me pasó.