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Maridaje

Cada vino con su queso

El maridaje de vinos y quesos es tan complejo como la vida misma. Para encontrar una armonía perfecta entre estos dos sabores imponentes y contrastados, es necesario tener tacto y un paladar entrenado, que sólo se conseguirá si se practica frecuentemente la cata de vinos con una guarnición de distintos tipos de quesos.

La percepción sensorial de un vino cambia al entrar en contacto con el sabor del queso, pero ¿qué se debe buscar al experimentar esta mezcla tan particular? Los tres elementos principales para identificar una buena combinación son la similitud, contraste o complemento que generan al fusionarse.


Los taninos, la sustancia que le otorga el color al vino, también le añaden amargor y astringencia, así como complejidad a su sabor; si es muy fuerte- como es el caso de los vinotintos robustos- le restará gusto hasta al más impetuoso de los quesos. En estos casos, la mejor opción es un queso ligero y cremoso.

El Cabernet Sauvignon es un tinto que se puede maridar con quesos fuertes y maduros como el emmental y el manchego, o grasos como el camembert, ya que contrasta adecuadamente por ser un tinto que deja un sabor frutal, con esencias de grosella negra y moras.

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Este vino también contiene mucho cuerpo con taninos fuertes, que le otorgan un color profundo, generalmente opaco y con un tono azulado.

El queso gouda, conocido como el queso holandés, se asocia perfectamente con un Merlot, por su intensa coloración y su elevado contenido de alcohol, que lo convierten en una versión más suave del Cabernet Sauvignon, pero con menos taninos.

Queso Gouda: una excelente opción para maridar con un buen Merlot. / Foto: ShutterStock

La baja tanicidad del Merlot lo clasifica en una categoría liviana de vinos que maduran más rápido, otorgándole más dulzura a su sabor.

El queso parmesano, un famoso ejemplar de las obras gastronómicas italianas, contiene una consistencia dura y granular con un sabor picoso para el paladar, que puede acompañar sin disgustos a un vino tinto o un brioso vino blanco, como el Chardonnay.

Comer un trozo de queso luego de un sorbo de vino disminuirá la duración de la astringencia, e incrementará el aroma de aquellos morapios con frutos rojos como Crémant de Bourgogne o la cepa del Madiran.

Al irnos a los ejemplares más dulces de los vinotintos, nos encontramos al Oporto, una Denominación de origen aromático, extraído de Portugal, con una moderada intensidad de alcohol que es mezclado con brandy al momento de su fermentación.

Foto: ShutterStock

Este vino tiene una relación conciliatoria con los postres a base de queso y frutos secos; también es de buen gusto maridarlo con chocolate. Pero cuando de acompañantes queseros se trata, la recomendación más acertada son los quesos estilo Roquefort y Cabra, Stilton, Gortgonzola.

Estas combinaciones son válidas sólo si se respetan las propiedades e identidad del vino, que es lo único que debe prevalecer en la mente y en las papilas gustativas, ya que el objetivo de esta fusión siempre será potenciar los sabores y aromas de la bebida a través de un bocado de queso.

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Esta entrada fue modificada por última vez en 24 septiembre, 2019 20:45

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Stephanie Lozada

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Publicado por
Stephanie Lozada
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