La afición por el vino ha generado una admiración por esta bebida desde hace décadas, cautivado paladares de todos los continentes y tradición en distintas ocasiones, ya sea en una cita, con amigos o familiares. Su interés se acrecienta y por ello también, han surgido ideas erróneas que han deparado en algunos mitos y verdades sobre el vino.
Es tradicional pensar que un vino añejado es mejor que un vino joven. La verdad es que no son mejores ni peores, solamente distintos, porque se diseñan de manera diferente. En el caso de los primeros, su arquitectura está pensada en el consumo inmediatamente. El proceso de vinificación sin estacionamiento les otorga su carácter fresco y frutado. En oposición, los de crianza deben permanecer estacionados en barrica para desarrollar aromas y sabores, provenientes de la madera y luego en botella, para apreciarlos en su esplendor.
Hay tintos jóvenes que tienen una curva positiva de un par de años o hasta cuatro. Para los más longevos, el promedio varía de siete a doce años, aunque hay excepciones de vinos que aguantan positivamente por encima de los 15 años.
Existen dudas sobre mezclar los tipos de vino en la mesa, para no confundir sus aromas y sobre todo la sensación que producen en el paladar. Este punto de vista es totalmente falso, porque atenta directamente contra el arte del maridaje, coartando la posibilidad de disfrutar a pleno los aromas y sabores que se producen por la armonía entre lo que se come y el vino más adecuado.
Otro mito es aquel del que “cuanto más caro, mejor”. En esta variable varían otros factores que no necesariamente están vinculados a la calidad del vino, y que se ha demostrado incluso con catadores de vino, que a ciegas se demuestra que no tiene que haber prejuicios conformados por la marca o etiqueta del producto.
Luego tenemos el tipo de vino para cada ocasión, aunque no siempre debe cumplirse al pie de la letra. Por ejemplo, se suele decir que los quesos van mejor con vino tinto, cuando lo cierto es que los quesos van igual de bien con un vino blanco. Se trata de un mito en toda regla, porque incluso hay determinados quesos contundentes que maridan mejor o son más gratificantes con blancos.
Podemos encontrar algunos razonamientos que están asociados a la realidad, como por ejemplo, que a la hora de guardar el vino sea una tarea fundamental para mantener su calidad. Los vinos que necesitan madurar lento debemos mantenerlos en condiciones medioambientales idóneas o envejecerán prematuramente. Se debe en cuenta la temperatura, el grado de humedad, luz, vibraciones y limpieza de olores con respecto al lugar donde se va a guardar. Las diferencias entre un vino viejo y uno nuevo son varias y sutiles.
En la cocina un mito está relacionado con el que los pescados siempre maridan con vino blanco y carnes rojas lo hacen con tinto. La realidad, es que en la actualidad ya hay opciones contemporáneas. Se recomienda buscar armonía, debido a que las comidas ligeras pueden ir con vinos frescos no necesariamente blancos, pero los platos más potentes requieren vinos con estructura, complejidad y añejamiento.
Esta entrada fue modificada por última vez en 30 octubre, 2017 14:08
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