Erradicar el despilfarro y desperdicio de comida en buen estado en las cocinas de restaurantes, caterings y eventos, es la filosofía fundamental que distintas organizaciones de la región latinoamericana buscan difundir e implementar a través de diferentes movimientos de reciclaje culinario.
El manejo sostenible de los recursos, en medio de la contaminación, polución y hambruna, es uno de los requisitos indispensables para mitigar los efectos del cambio climático, donde la demanda de la 3R ecológicas (reducir, reutilizar, reciclar) se manifiesta en todos los ámbitos.
La pobreza se relaciona estrechamente con estos nuevos eventos naturales, por la incidencia de este fenómeno en la seguridad alimentaria y otras necesidades básicas, pero ¿qué pasaría si los supermercados y restaurantes reducen al máximo sus residuos de alimentos?
The Guardian, el periódico de mayor circulación en París, informó que existía “una brecha que se puede reducir entre los enormes desperdicios de supermercados que ganan millones de euros en comparación con las personas que están desesperadamente hambrientas”.
The Real Junk Food Project es una iniciativa donde los comensales eligen las sobras de grandes cadenas de comida rápida o de restaurantes modestos, que entregan su excedente de comida a este proyecto. La única condición permitida es que los alimentos no hayan tocado la basura. Es uno de los primeros movimientos que implentó el reciclaje culinario y que sirvió como ejemplo para otras en distintas regiones del mundo.
En La Argentina, el Proyecto Plato Lleno es una iniciativa de voluntarios que buscan recuperar la comida que no llega a ser consumida en los eventos (la que ni siquiera salió de la cocina del salón) y que usualmente terminaría en la basura. Proyecto Plato Lleno convoca directamente a los organizadores de eventos, empresas de catering, salones de fiesta, cruceros y demás para retirar toda la comida y poder distribuirla en hogares, comedores, instituciones que necesitan y quieran consumirla. Esta maravillosa iniciativa ya lleva más de 45 mil kilos de comida recuperada y donada.
También en Latinoamérica existen precedentes de estas acciones de manera individual. Favela Orgánica es una iniciativa de Regina Tchelly en Brasil, que evalúa el “ciclo de vida” de los alimentos, para optimizar su uso. Este colectivo instruye a su comunidad a escoger los ingredientes necesarios, y apuesta a un cambio radical en el modo de selección, preparación y descarte de la comida. Además, enseñan a realizar abonos e instalar huertos dentro de las favelas.
En Perú, la cuna gastronómica creciente, se fomenta un movimiento conocido como No es basura, es comida: como ser gastronómica responsable, donde Palmiro Ocampo, líder de esta campaña y chef de un reconocido restaurante nativo, insta a sus colegas a exprimir al máximo los recursos para promover el cambio a través del reciclaje culinario.
[bctt tweet=”El cocinero es un personaje capaz de influenciar en la sociedad. Palmiro Ocampo” username=”Workingcheff”]Este programa establece cuatro bases: la técnica de uso completo del alimento, generar conciencia, compromiso, aceptar los alimentos tal como son, y por último, acción y reacción.
Aceptar los alimentos es el punto más importante que se debe rescatar de estos fundamentos, ya que el valor estético pesa más al momento de hacer las compras, sin importar su aporte nutricional.
Existen diversas opciones para reciclar los residuos de la cocina, como convertir las conchas de papas, manzanas o plátanos en snack o frituras para la merienda.
Para preparar los encurtidos se pueden utilizar todos los elementos residuales de la cocina tradicional, como los tallos del brócoli o tubérculos, hierbas y raíces para darle mayor sabor al marinado.
Por último, las cascaras de los bulbos de las cebollas, ajos y ajoporro, también se mezclan para complementar un concentrado o se pueden añadir a un marinado, pero antes deben ser lavados y escurridos.
Esta entrada fue modificada por última vez en 22 junio, 2022 16:36
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