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El cuaderno índice de los libros de papel madera

Las ganas de escribir brotan como el florecer de los cerezos cuando llega la primavera.

Y es entonces cuando viendo un documental sobre el gran autor Alberto Laiseca empiezo a entrelazar una red de escritores, películas y libros. Y la necesidad de agarrar la compu, abrir un hoja de Word y empezar a tipear se vuelve urgente. Escribir como catarsis, escribir para vaciar el cerebro y derramar en una hoja virtual un par de palabras e ideas que nunca sé a dónde van, pero llegan y hacen camino.

La hoja en blanco de a poco se va llenando de letras negras como hormigas atraídas por el azúcar. Las hojas y el azúcar, las hormigas y las letras. Las letras y las palabras, las palabras y el párrafo y así, hasta llegar a la crónica como punto final. La crónica como faro. Y quien escribe como barco en el mar, navegando hacia aquella luz chiquitita que a lo lejos se visibiliza y me hace seguir andando.

Laiseca escribe entre puchos, mates, una botella de cerveza, un gato blanco y unos cuantos papeles esparcidos sobre el escritorio. Laiseca sabe que “después” no hay nada, que los puchos, la botella de birra y el gato tienen que ser fumados, vaciado y acariciado ahora, que no vale la pena ordenar los papeles, pero sí, forrar de papel madera cada libro de su biblioteca. Porque el lomo de un libro te limita, te sugestiona, te dirige hacia una elección objetiva. En cambio, un estante lleno de libros envueltos en papel madera te invita a una elección azarosa, donde lo único que nos puede llamar la atención es el ancho o alto de los mismos. La sorpresa y el azar acá son los protagonistas. La elección casi a ciegas.

Pero para Laiseca es menos sorpresivo porque cada libro forrado en papel madera tiene en su parte inferior una etiquetita con un número que a su vez pertenece a un título y cada uno de ellos está anotado en una hoja que forma parte de un cuaderno. El gran cuaderno índice de Alberto Laiseca.

Laiseca murió en un geriátrico del barrio de Flores. No, no fue una “muerte en familia” como el cuento que supo leer y que gracias a internet no muere. Su voz sigue viviendo, basta entrar a youtube, buscarlo y darle play para que Alberto nos lea un cuento.

Me pregunto si el gran cuaderno índice de los libros de papel madera también murió en el geriátrico o si sigue vivo en algún rincón del departamento sin luz de Caballito.

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Esta entrada fue modificada por última vez en 14 agosto, 2017 20:01

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Sol García Levaggi

Soy Sol García Levaggi, cocinera de alma y profesión. Estudio Letras, estudié cine y me gusta comer, viajar, sacar fotos y aprender cosas nuevas. Amo los libros, práctico y estudio Yoga. Soy la mamá de Lola, trabajo en Chinita Bakery y me divierto haciendo radio con el programa "Sol de Noche", todos los miércoles de 23 a 24hs. por Radio Caput. Escribo lo que me pasa como medio de catarsis. Todo lo que leas acá no es ficción, te juro que me pasó.

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Sol García Levaggi
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